viernes, 14 de mayo de 2010

Con más pena, que gloria

Para muchos la noticia cayó como un baldazo de agua fría, para otros pocos, era la consumación de una muerte anunciada, lo cierto es que se termino la era de Franco Enrique Navarro Monteiro al frente del Ciclón, ¿Salida por la puerta falsa? No se si llamarlo puerta falsa, pero seguramente pudo irse mucho mejor de lo que se fue, y porque no decirlo, su nombre pudo quedar inmortalizado “En la Ciudad de la Amistad” tal como quedo el de Sabino “Tano” Bartoli.
¿Reproches hacia su persona? Muy pocos, ¿Agradecimiento? Mucho. Porque tomo un fierro caliente cuando todos al Aurich lo daba por muerto, porque comprometió a los jugadores con el club, porque lucho para que el club se quedase en el lugar que merece estar, y sobre todo porque logro el objetivo trazado en ese entonces: salvarlo del fantasma del descenso.
En el año siguiente, las cosas cambiarían, llámese jugadores, presupuesto y por ende objetivos. Aunque no la sociedad que conformaba la dirigencia aurichista, y Franco, que hasta ese entonces parecía inquebrantable. La planificación y responsabilidad, comenzó a dar frutos, los resultados obtenidos eran fiel reflejo de lo dicho.
¿Pero que paso entonces? En un momento donde se dio un traspié natural, falto aquello que muchos menosprecian, pero que es esencial para llegar al éxito: COMUNICACIÓN. Y no lo digo por señalar a una de las partes, sino mas bien tratando de englobar a ambas. Se dicen tantas versiones de lo sucedido: La bendita reunión con un entrenador, La exigencia de la renovación de contratos, El bajón en la liguilla, por eso es preferible no es especular. Lo que si me queda claro particularmente, es que no era el momento para que ocurriría tal suceso. Si Aurich recuperaba la punta con Ancash, ¿Cambiaban las cosas? Claro que si, pero si mi abuelito no se hubiera muerto, seguiría vivo, así que de supuestos tampoco hablare.
Gracias Franco por dar todo por el Aurich, me quedo con la imagen del hombre que asume retos complicados en la vida, sin importar que tan difíciles sean, como lo hiciste aquel 29 de Octubre del 2008 cuando por primera vez pisaste el plástico del coloso del Paseo de Deporte, con la convicción de salvar al Ciclón (vaya que lo lograste), y no con la de aquel tipo que con su renuncia quiso presionar como Yaya Touré, pero que finalmente termino haciéndolo como Juan Jayo.

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